Cuando me veas, no digas nada, sólo mirame, sólo abrázame. Deja que el silencio se encargue de unir segundo a segundo nuestros corazones nuevamente. Cierra los ojos, y toma conciencia, de que son mis brazos los que se aferran a ti, como quien se aferra a la vida. Respira profundo, y si tu corazón lo pide, suspira.
Respira mi esencia, reconoce mi perfume y la textura de mi piel. Después, recuerda una canción que despegue tus pies del suelo, porque te hace viajar en tiempo y espacio; que te lleve al momento y al lugar en el que comenzamos a escribir nuestra historia; piensa que ese artista, que tanto admiras, escribió esa preciosa obra de arte pensando en nosotros, siente la inmensa alegría de identificarte con la inspiración.
Despega tu cara de mi pecho lentamente, y mírame a los ojos, admira la sinceridad con la que te regalo mi mirada, y sonríe un poco al darte cuenta que te estoy soñando despierto, respira profundo nuevamente, y abrázame más fuerte, aférrate a mi, como quien se aferra al futuro, a la esperanza. Perdamos la noción del tiempo, al no decir ninguna palabra.
Dame el abrazo más largo que jamás regalaste, que jamás nos regalamos, y perdámonos sin medir el tiempo. Construyamos un puente de sueños y esferas llenas de suspiros, que crucen el mar de las dudas e inseguridades; hagámos un puente tan resistente, que soporte tormentas y nos conduzca a la calma, y nuestra historia será diferente.
Por favor, si me ves, no digas nada, sólo mírame, sólo abrázame...

No hay comentarios:
Publicar un comentario